miércoles, 16 de enero de 2013

México

Geografía

México se localiza en la parte norte del continente americano. Limita al norte con Estados Unidos, al sur con Guatemala y Belice; al este con el Golfo de México y al oeste con el Océano Pacífico; y cuenta con una extensión territorial de 1´964,375 Km. los cuales se dividen en seis regiones turísticas:
Norte de México, Centro de México, Golfo y Sur de México, Península de Yucatán, Costa del Pacífico, Península de Baja California.

Se encuentra entre las coordenadas 32° y 14° norte y 86° y 118° oeste; casi toda la superficie del país se ubica en la placa Norteamericana, aunque con algunas partes de Chiapas en la placa del Caribe y de la península de Baja California en la placa de Cocos y la placa Pacífica, geofísicamente, algunos geógrafos incluyen al Istmo de Tehuantepec en América Central. Sin embargo, geopolíticamente, México es considerado dentro de América del Norte, junto con Canadá y los Estados Unidos.
 


Estados
Políticamente, México es una república democrática, representativa y federal compuesta por 32 entidades federativas: 31 estados y el Distrito Federal.
La sede del gobierno y los poderes de la unión es la Ciudad de México, cuyo territorio ha sido designado como distrito federal.
Población
Según el último Censo de Población y Vivienda 2010 realizado del 31 de mayo al 25 de junio, la población total del país asciende a los 112,336,538 habitantes, de los cuales 54,855,231 habitantes pertenecen al sexo masculino y 57,481,307 habitantes corresponden al sexo femenino.


Clima
El país cuenta con una gran diversidad de climas, los cuales de manera muy general pueden clasificarse, según su temperatura, en cálido y templado; y de acuerdo con la humedad existente en el medio, en: húmedo, subhúmedo y muy seco.
El clima seco se encuentra en la mayor parte del centro y norte del país, región que comprende el 28.3% del territorio nacional; se caracteriza por la circulación de los vientos, lo cual provoca escasa nubosidad y precipitaciones de 300 a 600 mm anuales, con temperaturas en promedio de 22° a 26° C en algunas regiones, y en otras de 18° a 22° C.
El clima muy seco registra temperaturas en promedio de 18° a 22° C, con casos extremos de más de 26°C; presentando precipitaciones anuales de 100 a 300 mm en promedio, se encuentra en el 20.8% del país.
En relación al clima cálido, éste se subdivide en cálido húmedo y cálido subhúmedo. El primero de ellos ocupa el 4.7% del territorio nacional y se caracteriza por tener una temperatura media anual entre 22° y 26°C y precipitaciones de 2,000 a 4,000 mm anuales. Por su parte, el clima cálido subhúmedo se encuentra en el 23% del país; en él se registran precipitaciones entre 1,000 y 2,000 mm anuales y temperaturas que oscilan de 22° y 26°, con regiones en donde superan los 26°C.
Finalmente, el clima templado se divide en húmedo y subhúmedo; en el primero de ellos se registran temperaturas entre 18° y 22°C y precipitaciones en promedio de 2,000 a 4,000 mm anuales; comprende el 2.7% del territorio nacional. Respecto al clima templado subhúmedo, se encuentra en el 20.5% del país, observa en su mayoría temperaturas entre 10° y 18° C y de 18° a 22°C, sin embargo en algunas regiones puede disminuir a menos de 10°C; registra precipitaciones de 600 a 1,000 mm en promedio durante el año.



Símbolos Patrios


Bandera Mexicana
 


Colores y su significado
Los colores de la bandera se originaron de los de la bandera del Ejército de las Tres Garantías o «Trigarante», en 1821. Originalmente el significado de los colores fueron los siguientes:


  • Blanco: Religión (La fe Católica)
  • Rojo: Unión (entre europeos y americanos)
  • Verde: Independencia (Independencia de España)
El significado fue cambiado debido a la secularización del país, liderada por el entonces presidente de México, Benito Juárez. El significado atribuido en esa época fue:


  • Verde: Esperanza.
  • Blanco: Unidad.
  • Rojo: La sangre de los héroes nacionales.


Errores comunes en el diseño de la bandera

Un error común al construir la Bandera de México se produce al tomar el Escudo Nacional Mexicano y ponerlo en el centro de la franja blanca de la Bandera de Italia. Esto sucede debido a que personas creen incorrectamente que la única diferencia existente entre las dos banderas es el escudo nacional presente en el tricolor mexicano.
Ambas banderas portan semejantes colores, pero en la Bandera de México se utilizan tonos más oscuros de verde y rojo. Más importante aún son las diferentes proporciones de longitud y anchura en cada bandera, lo cual les da un aspecto único. Mientras la bandera italiana mantiene una relación de aspecto de 2:3, la Bandera de México tiene una de 4:7, que le da una apariencia más alargada.


Escudo Nacional

             Escudo Nacional


Historia
Los orígenes del Escudo nacional provienen del periodo prehispánico. El águila desgarrando a una serpiente sobre un nopal, evocación de la fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan, fue el principal símbolo del poder del pueblo azteca, que llegó a dominar gran parte del territorio mesoamericano.
Alfonso Reyes describió así la leyenda que encerraba este símbolo: “el lago, el peñón, el nopal, el águila, la serpiente, que indican el sitio señalado por los oráculos al jefe de las siete tribus migratorias -el mitológico sacerdote Hueman, que manda a lo lejos- para fundar lo que andando el tiempo sería la capital mexicana".
Para los aztecas el águila representaba un disfraz del sol, el dios supremo, "el astro rey, el dispensador de la luz, el dador de toda vida". La serpiente, por su parte, parece estar relacionada con el culto a la diosa Tierra: Coatlicue, "la de la falda de serpientes". La serpiente se identificaba con la creación y la destrucción, con lo venenoso y lo sano al mismo tiempo, mientras que el nopal y su fruto representan el corazón humano que, ofrendado al sol, es su alimento.
Así, este símbolo evocaba la creación de una nueva ciudad, México-Tenochtitlán, y la fundación de una nueva civilización. Y aún cuando los diferentes centros políticos y pueblos prehispánicos que se encontraban bajo dominio azteca tenían diferentes insignias y costumbres, el águila y la serpiente fueron un símbolo común, que identificó a todos los habitantes del reino mexica.
Siglos más tarde, los líderes del movimiento de independencia retomaron estos símbolos como un argumento más a favor de su causa.
Evolucion de bandera y escudo mexicanos:

Escudo de la Suprema Junta
Nacional Americana

Bandera de
don José María Morelos y Pavón

Bandera del Regimiento de
Infantería, 1821
El 2 de noviembre, la Junta Provisional Gubernativa emitió un decreto sobre el escudo de armas, sello y pabellón imperiales, que establecía:
"Las armas del imperio para toda clase de sellos, sería solamente un nopal naciendo de una peña que sale de la laguna, y sobre él parada, con el pie izquierdo, un águila con corona imperial, y que el pabellón nacional y banderas del ejército deberían ser tricolores, adoptándose perpetuamente los colores verde, blanco y encarnado en franjas verticales y dibujándose en la blanca un águila coronada..."'.
Bandera del Imperio de
Agustín de Iturbide,
1822-1823  


Escudo de la Primera
República, 1823 
Después de acalorados debates, el Congreso Constituyente mexicano emitió el 14 de abril de 1823 el “decreto sobre el Escudo de Armas y el Pabellón Nacional”, que determinaba:
“1o.- Que el escudo sea el águila mexicana parada en el pie izquierdo sobre un nopal que nazca de una peña entre las aguas de la laguna y agarrando en el derecho una culebra en actitud de despedazarla con el pico; y que orlen este blasón dos ramas, la una de laurel y la otra de encina, conforme al diseño que usaba el gobierno de los primeros defensores de la independencia.
2o.- Que en cuanto al pabellón nacional se esté al adoptado hasta aquí, con la única diferencia de colocar el águila sin corona, lo mismo que debe hacerse en el escudo."

 
Bandera del Batallón Activo
Ligero de Tres Villas
(Jalapa, Córdoba y Orizaba)

Escudo porfirista, 1898.

Bandera Marcha de la Lealtad, 1913


Tras el triunfo de las fuerzas revolucionarias al mando del general Venustiano Carranza sobre la dictadura de Victoriano Huerta, se consideró necesario establecer una normatividad básica que ordenara el uso de las Banderas nacionales. Como encargado del Poder Ejecutivo, Carranza expidió un decreto el 20 de septiembre de 1916, que determinaba que el águila del escudo estaría de perfil, a la usanza prehispánica, en evocación del Código Mendocino que representaba la fundación de México-Tenochtitlan:
“... se halla vigente el decreto de 14 de abril de 1823… conforme al diseño que usaba el gobierno de los primeros defensores de la independencia.
Considerando también, que este decreto se ha prestado a diferentes interpretaciones en su expresión gráfica, dando lugar a una infinita variedad en las figuras de las águilas usadas por las diversas autoridades de la República, faltando así una forma precisa de escudo nacional.
...El escudo nacional, cuyo modelo se deposita y conserva en la Dirección General de Bellas Artes, es el único que debe usarse por las autoridades civiles y militares de la República, y por los representantes diplomáticos y cónsules acreditados en el extranjero.”
Escudo Nacional, 1917


Años más tarde, durante el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, el 5 de febrero de 1934 se expidió un decreto que autenticaba el modelo oficial del Escudo y prohibía expresamente las reproducciones que se apartaran de él.
Ese mismo año, por demás significativo en la historia de los símbolos patrios, se instauró el Día de la Bandera Mexicana, que a partir de entonces se celebra cada 24 de febrero; festividad legalmente reconocida desde 1984.
Escudo para Bandera, 1934
No obstante haberse elaborado diversos ordenamientos legislativos y administrativos en torno a los símbolos patrios desde que el país entró a su vida independiente, la primera Ley sobre las características y el uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, fue aprobada el 23 de diciembre de 1967 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 17 de agosto de 1968. Con ello se pretendía agrupar en una sola ley las diversas disposiciones, hasta entonces dispersas, así como dictar los principios jurídicos que rigieran el uso de los símbolos patrios. Se buscaba así garantizar su respetabilidad y permanencia.
La Ley de 1967, además de definir los elementos constitutivos de los emblemas nacionales, reguló por primera vez la forma como debían usarse para garantizar su respeto y honorabilidad y estableció reglas para protegerlos de un uso indebido. Cabe destacar dos aspectos: en primer lugar, por primera vez se reglamentaron las características y el uso de la Banda Presidencial, que desde entonces sólo puede portar el primer mandatario de la nación; en segundo lugar, se encargó a la Secretaría de Gobernación la vigilancia en todo el país de la Ley, y a la Secretaría de Educación Pública dentro de los planteles educativos.
La Ley de 1967 tuvo vigencia hasta 1984, cuando entró en vigor la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, presentada al Congreso de la Unión por el entonces Presidente Miguel de la Madrid Hurtado. Si bien la nueva Ley pretendía conservar las bases de la anterior, además de definir con mayor precisión y claridad las características de los símbolos patrios, se diferenciaba de la Ley de 1967 en tres aspectos sustanciales:
En primer lugar, se buscaba sustituir un criterio restrictivo por uno extensivo, con el propósito de acercar los símbolos nacionales a todos los mexicanos, evitando al mismo tiempo contravenciones a la Ley; en segundo lugar, se buscaba reemplazar el carácter pasivo de la anterior ley y, en cambio, estimular a los mexicanos a conocer y difundir el significado de los símbolos patrios, participar en su culto y hacerlos presentes en su vida cotidiana; finalmente, se buscaba dar a la nueva ley un carácter descentralizador, otorgando diversas facultades a las entidades federativas y a los municipios.
Adicionalmente, entre otras cosas la nueva Ley determinó: la promoción del abanderamiento oficial de las instituciones públicas y de las agrupaciones privadas legalmente constituidas; el 24 de febrero, “Día de la Bandera”, como fecha solemne para toda la nación; la obligación de las autoridades públicas, en todos sus niveles, de promover el respeto y culto hacia los símbolos patrios; el calendario con las fechas solemnes para toda la nación, en las cuales deberá izarse el lábaro patrio.
La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales es la que actualmente rige el uso de nuestros símbolos patrios y garantiza la preservación de su dignidad, elementos fundamentales de nuestra identidad, síntesis del devenir de un país que, a lo largo de su historia, ha luchado incansablemente por consolidarse como una nación democrática e independiente.
La permanencia a través de los siglos del Escudo y los colores de la Bandera evoca a un pueblo que, aún errante y en las condiciones más adversas, no renuncia a su destino. El Escudo y la Bandera nos recuerdan, según Andrés Henestrosa, que el pueblo mexicano no ha dejado de peregrinar desde aquél legendario éxodo de Aztlán: “De entonces a esta parte, si alguna vez desmayamos en el empeño en llegar, si erramos el camino, una voz se alza de nuestra conciencia histórica para ordenarnos continuar la marcha, obedientes y fieles al presagio que anunció a la patria allí donde el águila destroce a la serpiente (…) Sobre un nopal espinoso se posa el águila que sostiene con el pico y las garras a una serpiente que brega por librarse. Y en esa misma lucha está la de México: el siempre renovado empeño de vuelo contra todo lo que repta. Espinas tiene nuestro Escudo, las espinas del nopal. Espinosa es la historia patria".
Escudo Nacional, 1968 - a la actualidad



Himno Nacional Mexicano Oficial
(Actual)


Coro
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
I
Ciña ¡oh patria! tus sienes de oliva
De la paz el arcángel divino,
Que en el cielo tu eterno destino
Por el dedo de Dios se escribió.
Más si osare un extraño enemigo
Profanar con su planta tu suelo,
Piensa ¡oh patria querida! que el cielo
Un soldado en cada hijo te dio.
Coro
II
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
De la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones
En las olas de sangre empapad.
¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle
Los cañones horrísonos truenen,
Y los ecos sonoros resuenen
Con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
Coro
III
Antes, patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la patria aquí fue.
Coro
IV
¡Patria! ¡patria! Tus hijos te juran
Exhalar en tus aras su aliento,
Si el clarín con su bélico acento
Los convoca a lidiar con valor.
¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!
Coro
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.


Historia


Durante sus primeras tres décadas como nación independiente, México no tuvo un himno oficial. En las celebraciones cívicas se interpretaban diversas marchas marciales, cantos patrióticos o poesía cívica, un nuevo género literario que entonces cobró auge. Durante este tiempo se realizaron numerosos intentos para encontrar un himno nacional, sin que ninguno tuviera arraigo suficiente entre la población.El 12 de noviembre de 1853, el gobierno de la República, a través del Ministerio de Fomento, de Colonización, Industria y Comercio, convocó a un concurso dividido en dos partes. La primera era un certamen literario para seleccionar la letra de lo que habría de ser el nuevo Himno Nacional; en la segunda etapa, se escogería la mejor musicalización del poema triunfador. La convocatoria fue firmada por Miguel Lerdo de Tejada.
Al enterarse del concurso, un grupo de amigos del joven poeta potosino Francisco González Bocanegra, que entonces tenía 30 años, lo animaron a participar, pero él se negaba reiteradamente; no creía tener posibilidades de obtener el triunfo porque participarían destacados e inspirados intelectuales. En esta época, González Bocanegra era oficial archivista en la Administración de Caminos y Peajes del Ministerio de Fomento.
El 3 de febrero de 1854, los miembros del jurado -José Bernardo Couto, Manuel Carpio y José Joaquín Pesado- decidieron el ganador del certamen, al que se presentaron 26 concursantes. Su nombre fue publicado el día 5 del mismo mes en el Diario Oficial: era Francisco González Bocanegra.


Acto seguido, se procedió a realizar el certamen para musicalizar el poema. El 2 de agosto, el jurado formado por José Antonio López Gómez, Tomás León y Agustín Balderas, declaró triunfador al compositor identificado sólo con las iniciales J. N., por lo que al publicarse el resultado en el Diario Oficial, dos días después, se solicitaba al autor que revelara su nombre. El mismo día se presentó en la Secretaría de Fomento, para acreditar la autoría de la composición premiada, el músico español Jaime Nunó Roca, entonces director general de Bandas y Músicas del Ejército.
Como las autoridades deseaban que el Himno Nacional se estrenara en septiembre de ese año, se solicitó a Jaime Nunó que instrumentara y editara por su cuenta las primeras partituras, lo que realizó con oportunidad. Así, la noche del 15 de septiembre de 1854, con motivo de los festejos por el grito de Independencia, se estrenó nuestro Himno Nacional en el Teatro Santa Anna, ocasión en que González Bocanegra pronunció un discurso patriótico. La orquesta, bajo la dirección del maestro Giovanni Bottesini, acompañó a la soprano Claudina Fiorentini y al tenor Lorenzo Salvi. Al día siguiente, se volvió a cantar el Himno en el mismo lugar, ahora de la voz de la soprano Steffenone, ante la presencia del presidente de la República, entre otras autoridades civiles y militares.


Poema Original
Compuesto por Francisco González Bocanegra


Mexicanos, al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
al sonoro rugir del cañón.
I
Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva
de la paz el arcángel divino,
que en el cielo tu eterno destino,
por el dedo de Dios se escribió;
Mas si osare un extraño enemigo,
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.
Coro
II
En sangrientos combates los viste
por tu amor palpitando sus senos,
arrostrar la metralla serenos,
y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo, tu frente
volverán inmortales a ornar.
Coro
III
Como al golpe del rayo la encina
se derrumba hasta el hondo torrente,
la discordia vencida, impotente,
a los pies del arcángel cayó;
Ya no más de tus hijos la sangre
se derrame en contienda de hermanos
sólo encuentra el acero en tus manos
quien tu nombre sagrado insultó.
Coro
IV
Del guerrero inmortal de Zempoala
te defienda la espada terrible,
y sostiene su brazo invencible
tu sagrado pendón tricolor;
El será el feliz mexicano
en la paz y en la guerra el caudillo,
porque él supo sus armas de brillo
circundar en los campos de honor.
Coro
V
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
de la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones
en las olas de sangre empapad:
¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle
los cañones horrísonos truenen,
y los ecos sonoros resuenen
con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
Coro
VI
Antes, patria, que inermes tus hijos
bajo el yugo su cuello dobleguen,
tus campiñas con sangre se rieguen,
sobre sangre se estampe su pie;
Y tus templos, palacios y torres
se derrumben con hórrido estruendo,
y tus ruinas existan diciendo:
de mil héroes la Patria aquí fue.
Coro
VII
Si a la lid contra hueste enemiga
nos convoca la trompa guerrera,
de Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos! valientes seguid:
Y a los fieros bridones les sirvan
las vencidas enseñas de alfombra;
los laureles del triunfo den sombra
a la frente del bravo adalid.
Coro
VIII
Vuelva altivo a los patrios hogares
el guerrero a contar su victoria,
ostentando las palmas de gloria
que supiera en la lid conquistar:
Tornáranse sus lauros sangrientos
en guirnaldas de mirtos y rosas,
que el amor de las hijas y esposas
también sabe a los bravos premiar.
Coro
IX
Y el que al golpe de ardiente metralla
de la patria en las aras sucumba,
obtendrá en recompensa una tumba
donde brille de gloria la luz:
Y de Iguala la enseña querida
a su espada sangrienta enlazada,
de laurel inmortal coronada,
formará de su fosa la cruz.
Coro
X
¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran
exhalar en tus aras su aliento,
si el clarín con su bélico acento,
los convoca a lidiar con valor:
¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!
Coro

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