Geografía
México
se localiza en la parte norte del continente americano. Limita al norte
con Estados Unidos, al sur con Guatemala y Belice; al este con el Golfo
de México y al oeste con el Océano Pacífico; y cuenta con una extensión
territorial de 1´964,375 Km. los cuales se dividen en seis regiones
turísticas:
Norte
de México, Centro de México, Golfo y Sur de México, Península de
Yucatán, Costa del Pacífico, Península de Baja California.
Se
encuentra entre las coordenadas 32° y 14° norte y 86° y 118° oeste;
casi toda la superficie del país se ubica en la placa Norteamericana,
aunque con algunas partes de Chiapas en la placa del Caribe y de la
península de Baja California en la placa de Cocos y la placa Pacífica,
geofísicamente, algunos geógrafos incluyen al Istmo de Tehuantepec en
América Central. Sin embargo, geopolíticamente, México es considerado
dentro de América del Norte, junto con Canadá y los Estados Unidos.
Estados
Políticamente,
México es una república democrática, representativa y federal compuesta
por 32 entidades federativas: 31 estados y el Distrito Federal.
La sede del gobierno y los poderes de la unión es la Ciudad de México, cuyo territorio ha sido designado como distrito federal.
Población
Según
el último Censo de Población y Vivienda 2010 realizado del 31 de mayo
al 25 de junio, la población total del país asciende a los 112,336,538
habitantes, de los cuales 54,855,231 habitantes pertenecen al sexo
masculino y 57,481,307 habitantes corresponden al sexo femenino.
Clima
El país cuenta con una gran diversidad de climas, los cuales de manera
muy general pueden clasificarse, según su temperatura, en cálido y
templado; y de acuerdo con la humedad existente en el medio, en: húmedo,
subhúmedo y muy seco.
El
clima seco se encuentra en la mayor parte del centro y norte del país,
región que comprende el 28.3% del territorio nacional; se caracteriza
por la circulación de los vientos, lo cual provoca escasa nubosidad y
precipitaciones de 300 a 600 mm anuales, con temperaturas en promedio de
22° a 26° C en algunas regiones, y en otras de 18° a 22° C.
El
clima muy seco registra temperaturas en promedio de 18° a 22° C, con
casos extremos de más de 26°C; presentando precipitaciones anuales de
100 a 300 mm en promedio, se encuentra en el 20.8% del país.
En
relación al clima cálido, éste se subdivide en cálido húmedo y cálido
subhúmedo. El primero de ellos ocupa el 4.7% del territorio nacional y
se caracteriza por tener una temperatura media anual entre 22° y 26°C y
precipitaciones de 2,000 a 4,000 mm anuales. Por su parte, el clima
cálido subhúmedo se encuentra en el 23% del país; en él se registran
precipitaciones entre 1,000 y 2,000 mm anuales y temperaturas que
oscilan de 22° y 26°, con regiones en donde superan los 26°C.
Finalmente,
el clima templado se divide en húmedo y subhúmedo; en el primero de
ellos se registran temperaturas entre 18° y 22°C y precipitaciones en
promedio de 2,000 a 4,000 mm anuales; comprende el 2.7% del territorio
nacional. Respecto al clima templado subhúmedo, se encuentra en el 20.5%
del país, observa en su mayoría temperaturas entre 10° y 18° C y de 18°
a 22°C, sin embargo en algunas regiones puede disminuir a menos de
10°C; registra precipitaciones de 600 a 1,000 mm en promedio durante el
año.
Símbolos Patrios
Bandera Mexicana
Colores y su significado
Los
colores de la bandera se originaron de los de la bandera del Ejército
de las Tres Garantías o «Trigarante», en 1821. Originalmente el
significado de los colores fueron los siguientes:
- Blanco: Religión (La fe Católica)
- Rojo: Unión (entre europeos y americanos)
- Verde: Independencia (Independencia de España)
El
significado fue cambiado debido a la secularización del país, liderada
por el entonces presidente de México, Benito Juárez. El significado
atribuido en esa época fue:
- Verde: Esperanza.
- Blanco: Unidad.
- Rojo: La sangre de los héroes nacionales.
Errores comunes en el diseño de la bandera
Un
error común al construir la Bandera de México se produce al tomar el
Escudo Nacional Mexicano y ponerlo en el centro de la franja blanca de
la Bandera de Italia. Esto sucede debido a que personas creen
incorrectamente que la única diferencia existente entre las dos banderas
es el escudo nacional presente en el tricolor mexicano.
Ambas
banderas portan semejantes colores, pero en la Bandera de México se
utilizan tonos más oscuros de verde y rojo. Más importante aún son las
diferentes proporciones de longitud y anchura en cada bandera, lo cual
les da un aspecto único. Mientras la bandera italiana mantiene una
relación de aspecto de 2:3, la Bandera de México tiene una de 4:7, que
le da una apariencia más alargada.
Escudo Nacional
Escudo Nacional
Historia
Los
orígenes del Escudo nacional provienen del periodo prehispánico. El
águila desgarrando a una serpiente sobre un nopal, evocación de la
fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan, fue el principal símbolo
del poder del pueblo azteca, que llegó a dominar gran parte del
territorio mesoamericano.
Alfonso
Reyes describió así la leyenda que encerraba este símbolo: “el lago, el
peñón, el nopal, el águila, la serpiente, que indican el sitio señalado
por los oráculos al jefe de las siete tribus migratorias -el mitológico
sacerdote Hueman, que manda a lo lejos- para fundar lo que andando el
tiempo sería la capital mexicana".
Para
los aztecas el águila representaba un disfraz del sol, el dios supremo,
"el astro rey, el dispensador de la luz, el dador de toda vida". La
serpiente, por su parte, parece estar relacionada con el culto a la
diosa Tierra: Coatlicue, "la de la falda de serpientes". La serpiente se
identificaba con la creación y la destrucción, con lo venenoso y lo
sano al mismo tiempo, mientras que el nopal y su fruto representan el
corazón humano que, ofrendado al sol, es su alimento.
Así,
este símbolo evocaba la creación de una nueva ciudad,
México-Tenochtitlán, y la fundación de una nueva civilización. Y aún
cuando los diferentes centros políticos y pueblos prehispánicos que se
encontraban bajo dominio azteca tenían diferentes insignias y
costumbres, el águila y la serpiente fueron un símbolo común, que
identificó a todos los habitantes del reino mexica.
Siglos
más tarde, los líderes del movimiento de independencia retomaron estos
símbolos como un argumento más a favor de su causa.
Evolucion de bandera y escudo mexicanos:
Escudo de la Suprema Junta
Nacional Americana
Bandera de
don José María Morelos y Pavón
Bandera del Regimiento de
Infantería, 1821
El
2 de noviembre, la Junta Provisional Gubernativa emitió un decreto
sobre el escudo de armas, sello y pabellón imperiales, que establecía:
"Las
armas del imperio para toda clase de sellos, sería solamente un nopal
naciendo de una peña que sale de la laguna, y sobre él parada, con el
pie izquierdo, un águila con corona imperial, y que el pabellón nacional
y banderas del ejército deberían ser tricolores, adoptándose
perpetuamente los colores verde, blanco y encarnado en franjas
verticales y dibujándose en la blanca un águila coronada..."'.
Bandera del Imperio de
Agustín de Iturbide,
1822-1823
Escudo de la Primera
República, 1823
Después
de acalorados debates, el Congreso Constituyente mexicano emitió el 14
de abril de 1823 el “decreto sobre el Escudo de Armas y el Pabellón
Nacional”, que determinaba:
“1o.-
Que el escudo sea el águila mexicana parada en el pie izquierdo sobre
un nopal que nazca de una peña entre las aguas de la laguna y agarrando
en el derecho una culebra en actitud de despedazarla con el pico; y que
orlen este blasón dos ramas, la una de laurel y la otra de encina,
conforme al diseño que usaba el gobierno de los primeros defensores de
la independencia.
2o.-
Que en cuanto al pabellón nacional se esté al adoptado hasta aquí, con
la única diferencia de colocar el águila sin corona, lo mismo que debe
hacerse en el escudo."
Bandera del Batallón Activo
Ligero de Tres Villas
(Jalapa, Córdoba y Orizaba)
Escudo porfirista, 1898.
Bandera Marcha de la Lealtad, 1913
Tras
el triunfo de las fuerzas revolucionarias al mando del general
Venustiano Carranza sobre la dictadura de Victoriano Huerta, se
consideró necesario establecer una normatividad básica que ordenara el
uso de las Banderas nacionales. Como encargado del Poder Ejecutivo,
Carranza expidió un decreto el 20 de septiembre de 1916, que determinaba
que el águila del escudo estaría de perfil, a la usanza prehispánica,
en evocación del Código Mendocino que representaba la fundación de
México-Tenochtitlan:
“...
se halla vigente el decreto de 14 de abril de 1823… conforme al diseño
que usaba el gobierno de los primeros defensores de la independencia.
Considerando
también, que este decreto se ha prestado a diferentes interpretaciones
en su expresión gráfica, dando lugar a una infinita variedad en las
figuras de las águilas usadas por las diversas autoridades de la
República, faltando así una forma precisa de escudo nacional.
...El
escudo nacional, cuyo modelo se deposita y conserva en la Dirección
General de Bellas Artes, es el único que debe usarse por las autoridades
civiles y militares de la República, y por los representantes
diplomáticos y cónsules acreditados en el extranjero.”
Escudo Nacional, 1917
Años
más tarde, durante el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, el 5 de
febrero de 1934 se expidió un decreto que autenticaba el modelo oficial
del Escudo y prohibía expresamente las reproducciones que se apartaran
de él.
Ese
mismo año, por demás significativo en la historia de los símbolos
patrios, se instauró el Día de la Bandera Mexicana, que a partir de
entonces se celebra cada 24 de febrero; festividad legalmente reconocida
desde 1984.
Escudo para Bandera, 1934
No
obstante haberse elaborado diversos ordenamientos legislativos y
administrativos en torno a los símbolos patrios desde que el país entró a
su vida independiente, la primera Ley sobre las características y el
uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, fue aprobada el 23 de
diciembre de 1967 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el
17 de agosto de 1968. Con ello se pretendía agrupar en una sola ley las
diversas disposiciones, hasta entonces dispersas, así como dictar los
principios jurídicos que rigieran el uso de los símbolos patrios. Se
buscaba así garantizar su respetabilidad y permanencia.
La
Ley de 1967, además de definir los elementos constitutivos de los
emblemas nacionales, reguló por primera vez la forma como debían usarse
para garantizar su respeto y honorabilidad y estableció reglas para
protegerlos de un uso indebido. Cabe destacar dos aspectos: en primer
lugar, por primera vez se reglamentaron las características y el uso de
la Banda Presidencial, que desde entonces sólo puede portar el primer
mandatario de la nación; en segundo lugar, se encargó a la Secretaría de
Gobernación la vigilancia en todo el país de la Ley, y a la Secretaría
de Educación Pública dentro de los planteles educativos.
La
Ley de 1967 tuvo vigencia hasta 1984, cuando entró en vigor la Ley
sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, presentada al
Congreso de la Unión por el entonces Presidente Miguel de la Madrid
Hurtado. Si bien la nueva Ley pretendía conservar las bases de la
anterior, además de definir con mayor precisión y claridad las
características de los símbolos patrios, se diferenciaba de la Ley de
1967 en tres aspectos sustanciales:
En
primer lugar, se buscaba sustituir un criterio restrictivo por uno
extensivo, con el propósito de acercar los símbolos nacionales a todos
los mexicanos, evitando al mismo tiempo contravenciones a la Ley; en
segundo lugar, se buscaba reemplazar el carácter pasivo de la anterior
ley y, en cambio, estimular a los mexicanos a conocer y difundir el
significado de los símbolos patrios, participar en su culto y hacerlos
presentes en su vida cotidiana; finalmente, se buscaba dar a la nueva
ley un carácter descentralizador, otorgando diversas facultades a las
entidades federativas y a los municipios.
Adicionalmente,
entre otras cosas la nueva Ley determinó: la promoción del
abanderamiento oficial de las instituciones públicas y de las
agrupaciones privadas legalmente constituidas; el 24 de febrero, “Día de
la Bandera”, como fecha solemne para toda la nación; la obligación de
las autoridades públicas, en todos sus niveles, de promover el respeto y
culto hacia los símbolos patrios; el calendario con las fechas solemnes
para toda la nación, en las cuales deberá izarse el lábaro patrio.
La
Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales es la que
actualmente rige el uso de nuestros símbolos patrios y garantiza la
preservación de su dignidad, elementos fundamentales de nuestra
identidad, síntesis del devenir de un país que, a lo largo de su
historia, ha luchado incansablemente por consolidarse como una nación
democrática e independiente.
La
permanencia a través de los siglos del Escudo y los colores de la
Bandera evoca a un pueblo que, aún errante y en las condiciones más
adversas, no renuncia a su destino. El Escudo y la Bandera nos
recuerdan, según Andrés Henestrosa, que el pueblo mexicano no ha dejado
de peregrinar desde aquél legendario éxodo de Aztlán: “De entonces a
esta parte, si alguna vez desmayamos en el empeño en llegar, si erramos
el camino, una voz se alza de nuestra conciencia histórica para
ordenarnos continuar la marcha, obedientes y fieles al presagio que
anunció a la patria allí donde el águila destroce a la serpiente (…)
Sobre un nopal espinoso se posa el águila que sostiene con el pico y las
garras a una serpiente que brega por librarse. Y en esa misma lucha
está la de México: el siempre renovado empeño de vuelo contra todo lo
que repta. Espinas tiene nuestro Escudo, las espinas del nopal. Espinosa
es la historia patria".
Escudo Nacional, 1968 - a la actualidad
Himno Nacional Mexicano Oficial
(Actual)
Coro
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
I
Ciña ¡oh patria! tus sienes de oliva
De la paz el arcángel divino,
Que en el cielo tu eterno destino
Por el dedo de Dios se escribió.
Más si osare un extraño enemigo
Profanar con su planta tu suelo,
Piensa ¡oh patria querida! que el cielo
Un soldado en cada hijo te dio.
Coro
II
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
De la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones
En las olas de sangre empapad.
¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle
Los cañones horrísonos truenen,
Y los ecos sonoros resuenen
Con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
Coro
III
Antes, patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la patria aquí fue.
Coro
IV
¡Patria! ¡patria! Tus hijos te juran
Exhalar en tus aras su aliento,
Si el clarín con su bélico acento
Los convoca a lidiar con valor.
¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!
Coro
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
Historia
Durante
sus primeras tres décadas como nación independiente, México no tuvo un
himno oficial. En las celebraciones cívicas se interpretaban diversas
marchas marciales, cantos patrióticos o poesía cívica, un nuevo género
literario que entonces cobró auge. Durante este tiempo se realizaron
numerosos intentos para encontrar un himno nacional, sin que ninguno
tuviera arraigo suficiente entre la población.El
12 de noviembre de 1853, el gobierno de la República, a través del
Ministerio de Fomento, de Colonización, Industria y Comercio, convocó a
un concurso dividido en dos partes. La primera era un certamen literario
para seleccionar la letra de lo que habría de ser el nuevo Himno
Nacional; en la segunda etapa, se escogería la mejor musicalización del
poema triunfador. La convocatoria fue firmada por Miguel Lerdo de
Tejada.
Al
enterarse del concurso, un grupo de amigos del joven poeta potosino
Francisco González Bocanegra, que entonces tenía 30 años, lo animaron a
participar, pero él se negaba reiteradamente; no creía tener
posibilidades de obtener el triunfo porque participarían destacados e
inspirados intelectuales. En esta época, González Bocanegra era oficial
archivista en la Administración de Caminos y Peajes del Ministerio de
Fomento.
El
3 de febrero de 1854, los miembros del jurado -José Bernardo Couto,
Manuel Carpio y José Joaquín Pesado- decidieron el ganador del certamen,
al que se presentaron 26 concursantes. Su nombre fue publicado el día 5
del mismo mes en el Diario Oficial: era Francisco González Bocanegra.
Acto
seguido, se procedió a realizar el certamen para musicalizar el poema.
El 2 de agosto, el jurado formado por José Antonio López Gómez, Tomás
León y Agustín Balderas, declaró triunfador al compositor identificado
sólo con las iniciales J. N., por lo que al publicarse el resultado en
el Diario Oficial, dos días después, se solicitaba al autor que revelara
su nombre. El mismo día se presentó en la Secretaría de Fomento, para
acreditar la autoría de la composición premiada, el músico español Jaime
Nunó Roca, entonces director general de Bandas y Músicas del Ejército.
Como
las autoridades deseaban que el Himno Nacional se estrenara en
septiembre de ese año, se solicitó a Jaime Nunó que instrumentara y
editara por su cuenta las primeras partituras, lo que realizó con
oportunidad. Así, la noche del 15 de septiembre de 1854, con motivo de
los festejos por el grito de Independencia, se estrenó nuestro Himno
Nacional en el Teatro Santa Anna, ocasión en que González Bocanegra
pronunció un discurso patriótico. La orquesta, bajo la dirección del
maestro Giovanni Bottesini, acompañó a la soprano Claudina Fiorentini y
al tenor Lorenzo Salvi. Al día siguiente, se volvió a cantar el Himno en
el mismo lugar, ahora de la voz de la soprano Steffenone, ante la
presencia del presidente de la República, entre otras autoridades
civiles y militares.
Poema Original
Compuesto por Francisco González Bocanegra
Mexicanos, al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra
al sonoro rugir del cañón.
I
Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva
de la paz el arcángel divino,
que en el cielo tu eterno destino,
por el dedo de Dios se escribió;
Mas si osare un extraño enemigo,
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.
Coro
II
En sangrientos combates los viste
por tu amor palpitando sus senos,
arrostrar la metralla serenos,
y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo, tu frente
volverán inmortales a ornar.
Coro
III
Como al golpe del rayo la encina
se derrumba hasta el hondo torrente,
la discordia vencida, impotente,
a los pies del arcángel cayó;
Ya no más de tus hijos la sangre
se derrame en contienda de hermanos
sólo encuentra el acero en tus manos
quien tu nombre sagrado insultó.
Coro
IV
Del guerrero inmortal de Zempoala
te defienda la espada terrible,
y sostiene su brazo invencible
tu sagrado pendón tricolor;
El será el feliz mexicano
en la paz y en la guerra el caudillo,
porque él supo sus armas de brillo
circundar en los campos de honor.
Coro
V
¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
de la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones
en las olas de sangre empapad:
¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle
los cañones horrísonos truenen,
y los ecos sonoros resuenen
con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
Coro
VI
Antes, patria, que inermes tus hijos
bajo el yugo su cuello dobleguen,
tus campiñas con sangre se rieguen,
sobre sangre se estampe su pie;
Y tus templos, palacios y torres
se derrumben con hórrido estruendo,
y tus ruinas existan diciendo:
de mil héroes la Patria aquí fue.
Coro
VII
Si a la lid contra hueste enemiga
nos convoca la trompa guerrera,
de Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos! valientes seguid:
Y a los fieros bridones les sirvan
las vencidas enseñas de alfombra;
los laureles del triunfo den sombra
a la frente del bravo adalid.
Coro
VIII
Vuelva altivo a los patrios hogares
el guerrero a contar su victoria,
ostentando las palmas de gloria
que supiera en la lid conquistar:
Tornáranse sus lauros sangrientos
en guirnaldas de mirtos y rosas,
que el amor de las hijas y esposas
también sabe a los bravos premiar.
Coro
IX
Y el que al golpe de ardiente metralla
de la patria en las aras sucumba,
obtendrá en recompensa una tumba
donde brille de gloria la luz:
Y de Iguala la enseña querida
a su espada sangrienta enlazada,
de laurel inmortal coronada,
formará de su fosa la cruz.
Coro
X
¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran
exhalar en tus aras su aliento,
si el clarín con su bélico acento,
los convoca a lidiar con valor:
¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!
Coro
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